¿Qué son esos mensajes y cómo se originan?
Los pensamientos limitantes se llaman mandatos, y son mensajes que dan lxs cuidadores principales (papa y mama, tutores, abuelos) a la niña o niño para que NO haga una cosa, con el objetivo de que se encuadre dentro del esquema familiar y se adapte a él.
Estos mensajes nacen de los miedos de nuestros cuidadores y se verbalizan desde la negación, de manera verbal cómo no verbal.
La familia castiga o ignora las conductas que se apartan de los valores que tienen y refuerza las conductas, pensamientos y emociones que tenga la niña o niño que se adapten a sus esquemas familiares, hasta que lxs niñxs se hacen una idea de lo que SE ESPERA DE ELLXS.
Cuando de pequeñxs se recibe un mensaje limitante se experimenta una emoción, y se llega a la conclusión de que “yo soy así”. En consecuencia, posteriormente, nos comportamos en concordancia con esa creencia.
Eso marca nuestra manera de actuar, relacionarnos y vivir a partir de entonces, y si no nos damos cuenta, durante toda la vida.
¿Cuáles son los mandatos más habituales?
Hay una larga lista de mandatos que culturalmente se van repitiendo de generación en generación. Los más habituales son:
No vivas: Se transmite de forma verbal o mediante actitudes; por ejemplo: “no sé para qué naciste”. Algunas actitudes frecuentes son el abandono, la falta de caricias, la privación de cuidados o ignorar por completo a la persona.
No sientas: Con gestos, reproches o críticas directas se le hace entender a la persona que no debe expresar ciertas emociones; por ejemplo: “los hombres no lloran” o “reírse es de tontos”. Esto la lleva a concluir que para ser aceptada no debe sentir, lo que significa anular sus sentimientos. No obstante, sentir y no poder expresar lo que se siente genera mucha angustia, lo cual puede provocar la aparición de trastornos psicosomáticos (una alergia que sustituye un llanto reprimido).
No pienses: Cuando la persona expresa lo que piensa y es descalificada o ignorada, pero se le presta atención y obtiene afecto cuando obedece sin cuestionar, se le está enviando el mensaje de que no piense. Igual sucede si solicita alguna razón y las respuestas que obtiene son simplemente “porque sí” o “porque no”. Con este mandato grabado es difícil que la persona se ponga a reflexionar sobre sí misma, su vida o sus inquietudes.
No crezcas: Este mensaje llega generalmente mediante la sobreprotección, con la cual se logra mantener el control sobre la persona impidiendo que esta logre su autonomía.
No seas pequeño: Es el mensaje opuesto al anterior. Se espera que la niña o el niño no satisfagan las necesidades propias de su edad, que se responsabilice y asuma papeles que no le corresponden, con lo cual se trunca la infancia de la persona.
No lo logres: Son mensajes y actitudes mediante los cuales se desvaloriza las cosas que la persona emprende o desea lograr; por ejemplo: “no sé para qué empiezas eso, de seguro no lo vas a terminar”. Más tarde en la vida se puede encontrar a esta persona diciendo: “Me gustaría intentarlo, pero de seguro no lo lograré”.
No me superes: Algunos progenitores temen perder poder y prestigio frente a sus hijas o hijos, de modo que recurren a la competencia, pues creen, tal vez inconsciente y falsamente que, si les permiten progresar, ellos perderán su valor. De esta forma, se pueden escuchar frases como: “a tu edad yo ya lo había logrado”, “tú estás estudiando y luego seguro trabajarás, pero en mi caso fue distinto, trabajaba y estudiaba a la vez, por eso tengo tanta experiencia”.
No seas tú misma o tú mismo: Son los mensajes que transmiten aquellos progenitores que pretenden que sus hijas o hijos renuncien a sus propósitos para complacerlos a ellos; por ejemplo: “tenemos tanta ilusión de que tú seas…”, “nos complacería tanto si tú fueras…, si te comportaras…, si pensaras…, si hicieras…, si sintieras…”.
No seas feliz: Son mensajes que comunican que la vida es una miseria y que la felicidad no existe; por ejemplo: “a esta vida no se viene nada más que a sufrir, todo es una desgracia”.
¿Cómo puedes cambiarlos?
Para poder cambiar este comportamiento se deben dar estas premisas importantes:
- Toma consciencia de lo que no te va bien en tu vida.
- Adquiere la intención plena de cambio desde la responsabilidad.
- Identifica cuáles son los mandatos recibidos.
- Date los permisos correspondientes.
Partiendo de los mandatos más habituales expuestos anteriormente, te dejo a continuación los permisos por los cuales los puedes substituir.
No vivas: Amo la vida, me doy el permiso de vivirla.
No sientas: Me doy el permiso de conocer mis emociones y utilizarlas como señales.
No pienses: Sé pensar.
No crezcas: Me doy el permiso de crecer y responsabilizarme de las consecuencias de lo que hago.
No seas pequeño: Tengo derecho a disfrutar y pedir aquello que necesito.
No lo logres: Me doy el permiso de terminar lo que empiezo. Soy una persona capaz.
No me superes: Tengo derecho a triunfar.
No seas tú misma o tú mismo: Soy una persona completa.
No seas feliz: Merezco ser feliz.
Habitualmente no cuestionamos la veracidad de nuestros pensamientos, no ponemos en duda si nos afectan y de qué manera, ni mucho menos nos preguntamos por sus efectos en nuestra vida, simplemente damos por hecho que lo que pensamos es la verdad por la cual se debe regir nuestra vida y por ende, la verdad frente a otros.
Pero realmente lo que pensamos si nos afecta, y a la vez, podemos abrir la consciencia, identificar nuestros pensamientos limitantes y cambiarlos.